PREPARADOS PARA EL RETORNO DEL ESPOSO

por Yuri Bienvenido Féliz Díaz

La parábola de las diez vírgenes es una bella historia sacada de las costumbres de los judíos en las solemnidades matrimoniales. El novio acompañado de sus amigos se dirigía a casa de la novia para tomarla durante la celebración de ciertas ceremonias religiosas.

Las diez vírgenes eran personas de la misma profesión, según su apariencia a los hombres, pero antes los ojos de Dios eran de carácteres totalmente diferentes, tan diferentes como del cielo a la tierra. Cinco de ellas eran sabias y tomaron esas bellas palabras del proverbista que dice: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová" (Proverbios 1:7). Todo lo contrario sucedió con las otras vírgenes. Estas eran insensatas. El principio de la insensatez es el olvido de Dios.

La Terquedad de las Vírgenes Insensatas

Esta terquedad se manifestó en que tomaron sus lámparas, pero no tomaron consigo aceite. Tuvieron el suficiente aceite para lucir bien por un tiempo y aparecer como que estaban preparadas para recibir el Esposo (Jesucristo), pero no llevaron recipiente con las reservas de aceite necesarias para seguir alimentando sus lámparas si el esposo tardaba. Hay muchos que llevan en la mano una lámpara de aparente profesión de fe sincera, pero no llevan en el corazón el Espíritu Santo (aceite) que unge y consagra sus vidas. Las vírgenes insensatas tomaron lámparas para el uso presente, pero descuidaron el aceite para el uso futuro.

La Prudencia de las Vírgenes Sabias

Esta sabiduría se manifestó en que «tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas». Llevaron dentro el manantial del que podían proveerse continuamente hasta que llegara el Esposo (Cristo) manteniendo así pura y sincera su profesión de fe. La vasija es el corazón que ha de estar siempre dispuesto a glorificar a Dios porque del corazón mana la vida (Proverbios 4:23). El aceite indica la realidad interna de la gracia; además es símbolo del Espíritu Santo. Si falta el aceite (Espíritu Santo) falta la espiritualidad y entonces todo es un mero ruido y luces de fuegos artificiales, que puede ser hermoso, pero no dura mucho y sólo deja cenizas y mal olor.

Dentro de una Situación Igual Hubo Diferencia

El esposo se tardó y todas se durmieron. El problema no fue que se durmieron. Todas lo hicieron. Lo importante fue que las lámparas de las sabias siguieron brillando con el mismo brillo que comenzaron mientras que las de las insensatas por falta de combustible, ya comenzaban a apagarse.

Para las vírgenes la llegada del Esposo fue sin aviso. La negligencia fue lo que provocó que las vírgenes insensatas no estuvieran preparadas. Quizá ellas estaban pensando que el Esposo no vendría de noche pero se encontraron con una gran sorpresa. A media noche se oyó un grito que las despertó a todas, las cuales se levantaron con el propósito de arreglar sus lámparas para que la luz brillara con todo esplendor. Hasta aquí los dos grupos se parecían, pero al levantarse, las vírgenes insensatas se dan cuenta que sus lámparas no tienen aceite.

La Reacción de las Vírgenes

«Dadnos de vuestro aceite porque nuestras lámparas se apagan». En la hora final Dios hace que los hipócritas abran sus ojos a la realidad de su lamentable situación y es ahí donde comienzan a brotar lágrimas por su grave estado. Las lámparas de los hipócritas duran por algún tiempo, pero al fin se apagan.

Existen muchas personas que no están preparadas para la muerte. Cuando se enferman recuerdan que aborrecieron el evangelio y se espantan ante el juicio que vendrá. Buscan en vano el consuelo sólido de la religión y mandan a buscar el cura para que recen por ellos. Intentan recoger el fruto sin tener la raíz. Pretenden disfrutar la muerte sin haber sido fieles, sino recuerdos de una vida entera de maldad sin sacrificio alguno.

Las vírgenes insensatas al oír la voz de las otras vírgenes, fueron a comprar no sabiendo que el esposo era quien estaba vendiendo y ya el local de venta estaba cerrado. Estas dejaron para última hora el asunto más importante que se requería para el encuentro con el esposo. Es temeroso esperar y buscar el aceite cuando deberíamos tener ardiendo nuestra lámpara.

Las vírgenes sabias estaban preparadas. Entradas con el Esposo (Cristo), se cerró la puerta. Dentro había luz, felicidad y alegría porque la presencia del Esposo (Cristo) estaba con ellas. Afuera estaban las desoladas tinieblas, porque la luz estaba dentro de la casa. El Esposo oyó desde dentro cuando gritaban "¡Señor! ¡Señor! ¡Abrenos!", pero el Esposo no reconoció sus voces, ni quiso abrir la puerta porque estaban con él las que esperaban firmes su venida. El no quiso abrir la puerta a los extraños que podían armar pleito donde había paz. Esto es una ilustración de la forma del juicio final. Muchos estarán diciendo; "Señor, en tu nombre hicimos milagros, hablamos lenguas y el Espíritu Santo estaba sobre nosotros. El Señor les va a contestar: "No los conozco". Hay personas que creen que llegarán al cielo, pero no pasarán la frontera porque no llevan el pasaporte visado y sellado por Cristo.

Amonestación Final

Finalmente tenemos la conclusión en el verso 13 que dice: «Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir».

Nos amonesta que debemos estar preparados para el retorno de nuestro Señor Jesucristo, no importando en cuál de las vigilias El venga, sea en la primera, segunda, tercera o cuarta. Estamos seguros de que Cristo vendrá y a la hora que sea nosotros los cristianos le daremos la bienvenida. La sorpresa de su venida no hará que nuestro gozo mengüe, mas bien aumentará. El anuncio de su venida será más fuerte que un trueno para despertar a los que duermen en los sepulcros.