DROGAS: COMO DETECTAR SU USO

por Elmer N. Dunlap Rouse

Como los padres suelen ser los últimos en enterarse de que su hijo usa drogas y como tienden a engañarse negando la realidad, este artículo es para capacitarlos a detectar la drogadicción en sus hijos o amistades de sus hijos. La detección temprana puede evitar que sus adolescentes se conviertan en drogadictos.

No todo consumo de drogas constituye una adicción, sino que existen también el principiante y el usuario casual que se limitan a experimentar o usar droga en actividades sociales, para estar de moda y ser aceptados en su pequeño grupo donde comparten para todos alcanzar "la misma nota". Otros la utilizan en los estudios para mantenerse despiertos hasta altas horas de la noche, creyendo que de esta forma puedan captar mejor las ideas y ser más responsables con los estudios. Piensan, "Yo soy diferente. No voy a ser adicto". La verdad es que el cuerpo con el tiempo crea una tolerancia a la droga y, para producir el mismo efecto, es necesario aumentar la dosis, o buscar una droga más fuerte u otro método para que llegue al celebro más rápido. Aunque uno puede ser un usuario casual por varios años, todos tienden a progresar hacia la adicción.

Es difícil detectar el consumo de un principiante o un usuario casual, pero el consumo constante es obvio, cambiando radicalmente el comportamiento de un joven. Notamos que sus amistades nuevas son muy diferentes a sus amistades anteriores, como así también su ambiente, ropa, actividades, y costumbres. De la noche a la mañana, el muchacho espontáneo, comunicativo y chistoso se transforma en rebelde, huidizo, desobediente, perezoso y muy ausente de la casa. Baja las notas en la escuela, no quiere hablar con nadie, cambia su apetito y descuida su vestir. Estos síntomas generales son señales fuertes de que está usando drogas. Los síntomas específicos dependen de la droga en particular.

La marihuana es una hoja en picadillo parecida al orégano con semillas parecidas a la comida de perico y se fuma en una pipa o en cigarrillos caseros (moto, tabaco, pitillo). Los restos aparecen en los bolsillos de los pantalones, en la gavetas, en bolsitas plásticas pequeñas o cajitas de fósforos. Al quemarse los dedos por fumarlo hasta lo último, el dedo pulgar e índice tienen color amarillo (como si estuviera comiendo "Cheetos"). Para evitar quemarse los dedos a veces se usan pinzas de cirugía o pinches electrónicos tipo ""cocodrilo". Hacen cigarrillos con papel de enrollar de marcas como Bambu y Zig Zag con sabor a chocolate y cherry con diferentes diseños como el de la bandera americana y el símbolo del dólar. Encontramos en la parte del frente de la ropa y en los asientos del carro pequeñas quemaduras en forma circular. Si su hijo acabó de fumar marihuana, puede observar algunas de las siguientes condiciones: ojos rojizos, achinados y vidriosos, una sonrisa tonta (parecida a la "pavera", hablar lento y confuso, retraimiento, olor raro (a marihuana) que se le pega en el pelo y en la ropa, hambre excesiva, sueño y sentimiento paranoico. Al usar la marihuana regularmente, el efecto notorio es una gran apatía donde le falta energía y deseo, es pasivo y dice que nada vale la pena, se desespera en relación al futuro, desatiende sus obligaciones y empieza a deteriorar su aspecto físico y costumbres. Tiene dificultades para concentrarse, fallos de memoria, disminución de la capacidad matemática, sentimientos exagerados de confianza en sí mismo, o bien de inferioridad, dificultad para articular y expresar el pensamiento, crecientes "bloqueos" en las relaciones personales, especialmente con los padres y con la amiga o amigo del sexo opuesto, y un aumento de impulsividad y en la tendencia de "perder los estribos".

La cocaína también conocida como "perico" es un polvo blanco o una piedra para raspar que puede ser usada de tres maneras: resoplarla por la nariz (darse un " pase"), inyectársela o fumarla como «basuca» o "crack". Encontramos parafernalia de jeringuilla, gomita para buscarse la vena, encendedor de cigarrillos o un palito de fósforos quemado y una cuchara metálica de medir, como de juguete. Cuando la persona acabó de ponerse la droga observamos: pupilas sumamente contraídas con los ojos muy abiertos, vidriosos, enrojecidos e hinchados, una mirada soñolienta y distante, un discurso lento y confuso, marcas frescas de pinchazos, se frota los ojos, la nariz y el mentón, y se rasca brazos y piernas, pues siente piquiña por todo el cuerpo. Se examina constantemente los brazos, pierde el apetito y se resiente de que lo molesten, del ruido y de las luces brillantes. Después de la euforia que produce la droga viene la disforia o baja donde tiene un intenso sentimiento de angustia y desesperación. Es irritable y quiere que le dejen en paz; juguetea con las manos y se pasea de un lado a otro, es incapaz de concentrarse y suda mucho. Como cambios en su modo de vida, notamos que su ropa tiene manchas de sangre, se ausenta inesperadamente, abandona actividades, duerme afuera y pasa largos períodos a solas. Recibe muchas llamadas telefónicas y visitas nuevas, tiene un hablar lento y vacilante, se agobia en postura y descuida su apariencia.

Otras drogas que vienen en forma de pastillas como los tranquilizantes, inducen el sueño. Son muy peligrosas ya que la dosis necesaria para producir el efecto y la dosis que paraliza la respiración, distancian por solo unos gramos. Lo único que podemos notar de los tranquilizantes es una condición muy relajada y sueño. Como el cuerpo crea tolerancia a la droga, es posible que suceda una intoxicación que produce mareos, confusión, desaceleración del pulso y disminución de la presión arterial. Los barbitúricos deprimen el sistema nervioso. Cuando los dejan de usar, producen los mismos efectos que el retiramiento de cocaína: temblores, sudor, hipertensión, taquicardia, delirio y convulsiones. Estimulantes como anfetamina («4speed") quitan el hambre y el cansancio. Lo usan mucho en fiestas para despertar después de beber mucho, o para estudiar toda la noche. La alta dosis produce confusión mental y sensaciones de miedo, angustia, pánico y pérdida de contacto con la realidad. Para detectar estas drogas, buscamos bolsitas plásticas como una pulgada y pedacitos de papel de aluminio desechados en los recipientes de basura, gavetas, bolsillos o en cualquier lugar de la casa, ya sea fuera de la ventana de su cuarto o baño.

Queremos advertir que encontrar un síntoma aislado no significa nada. Es la combinación de síntomas que nos motiva a seguir buscando hasta formar un historial de pruebas convicentes. Después hay que confrontarlo. Quedarse en la etapa de sospechas es perder el tiempo y entre más tiempo se pierde, más difícil es salvarlo. Al confrontar a un hijo, lo más seguro es que el hijo va a negarlo, diciendo que es mentira. En ese momento, usted tiene que presentar la prueba. Si quiere ayudarlo, es muy importante que el hijo confiese que usa drogas. Una vez que comienzan una confrontación con el hijo, no puede aflojar, sino que tiene que probar lo que dice con hechos.

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