Lección 5

EL PROPOSITO DE LOS DONES SOBRENATURALES

Ya hemos notado qué propósito tenía el Señor al bautizar los apóstoles con el Espíritu Santo. Según Hechos 1, el poder divino les capacitarla para dar testimonio hasta lo último de la tierra del Cristo resucitado y salvación en el nombre de El. Los apóstoles tendrían que hablar, y hablar mucho. Su misión no era sanar a todos los enfermos, levantar a los muertos, ni tomar bebidas venenosas sino predicar, declarando la verdad a toda criatura, reprendiendo, exhortando, redarguyendo y persuadiendo (2 Timoteo 4:1-4). Su misión no era hablar lenguas sino hablar la verdad. Sí tenían que hablar lenguas para comunicar la verdad a los oyentes, pues bien hablaban lenguas porque era urgente que todos conocieran la verdad que libra de las prisiones de oscuridad. Usaban los dones para dar a conocer la verdad salvadora. Sin embargo, ,la palabra, el evangelio, siempre era lo más importante para los apóstoles. Sin la verdad los dones no hubiesen servido para nada. Hubieran sido nada más que un espectáculo, maravilloso si, pero vacío, faltando el poder para salvar al alma perdida. ¿Qué es un milagro no acompañado por la verdad? ¿Puede salvar? En absoluto. Hace manifiesta la existencia de un poder sobrenatural, pero no enseña qué o quien es el poder sobrenatural. Ni tampoco enseña cómo dejar el pecado, cambiar la vida y reconciliarse con el Creador. Aunque uno haga mil milagros, sí no tiene la verdad no puede salvarse a si mismo ni a otros. El evangelio, no el milagro, es "el poder de Dios para salvación." Romanos 1:16,17. Por lo tanto, los apóstoles se ocupaban en predicar el evangelio, usando los dones para llevarlo y confirmarlo.

Ha llegado el momento para comparar la obra del Espíritu Santo en los apóstoles con la supuesta obra de El en profetas, profetizas, pastores y pastoras de este siglo 20. Aquí en Puerto Rico son muchos los que dicen ser bautizados con el Espíritu Santo. Sí, en realidad, han recibido el bautismo del Espíritu, entonces es de esperarse que actúen y hablen como actuaban hablaban los apóstoles. Deberían tener el mismo 210 propósito que tenían los apóstoles, siendo en nada inferiores a ellos.

Preguntamos si los que claman ser bautizados hoy día con el Espíritu Santo se afanan tanto en proclamar la verdad como lo hacían los apóstoles. En opinión del que escribe, la contestación tiene que ser que no. Para muchos, la verdad, el mensaje, ocupa un lugar de importancia secundaría. No es el mensaje que cuenta sino la señal el milagro, el prodigio. En vez de anunciar campañas de evangelización, algunos pastores famosos anuncian campañas de sanidad. No sabemos por qué no organicen campanas de hablar lenguas, y campañas de tomar bebidas venenosas o campañas de resucitar los muertos. Siempre se enfatízan en campanas de sanidad. ¿Podrá alguien decirnos cuándo Pablo o Pedro u otros de los apóstoles salieran a dar campañas de sanidad? ¡No lo hicieron! Sus campañas tenían como propósito el rescatar al alma, no el sanar al cuerpo físico destinado al polvo.

 

Hoy día, los que hablan de tener el bautismo del Espíritu Santo dan más énfasis en sus cultos a milagros, sanidades, lenguas extrañas, etc. que a la predicación de la verdad, Parece que piensan: %Que' importan el mensaje sí no hay manifestaciones milagrosas?" Sí en los cultos de tales personas no hay muchos gritos y danzas; sí no hablan lenguas; sí por lo menos dos o tres no caen al suelo vencidos por el Espíritu entonces creen que han fracasado. No se preguntan sí la verdad se ha predicado sino que sí el Espíritu se ha manifestado. Es patente que se interesan mucho más en manifestaciones milagrosas que en la predicación de la verdad, más en el pan y los peces que en la palabra, más en lenguas extrañas que en palabras sencillas de edificación. ¡No fue así en el tiempo apostólico! Pablo, dando mandamientos para regular el uso de los dones, dijo en 1 Corintios 14:26, "Hágase todo para edificación. De lenguas dijo en 1 Corintios 14:19, "Prefiero hablar cinco palabras con mí entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida." Pablo dio primer lugar a la palabra, a la edificación. No lo hacen los pastores de muchas iglesias modernas. Al contrarío, dan primer lugar a lo que ni edifica ni salva. Dan primer lugar a lo superficial, a lo pasajero, a lo secundario. Prefieren ver señales que oír la verdad. Prefieren hablar lenguas desconocidas que decir palabras edificadoras. Lo tienen todo al revés. Están trastornados y trastornan a otros. Hablan mucho del Espíritu Santo. Estamos para creer que ni aun lo conocen, ¡ni El a ellos! El que da primer lugar a la proclamación de la verdad es el que tiene el Espíritu.

Hay todavía otro factor que analizar bien y es que los que hoy día dicen ser bautizados con el Espíritu Santo, lejos de hablar la verdad, hablan más bien mentiras, trayendo doctrinas erróneas. El que es bautizado con el Espíritu Santo habla la verdad y da primer lugar a ella. Estos seguramente no dan primer lugar a la verdad, y, lo que es peor, ni aun la hablan. De un pueblo sale un profeta clamando ser llamado por Dios en sueños, en visiones enviado por Cristo, y bautizado con el Espíritu Santo. ¿Qué mensaje lleva? ¡Que debemos guardar el sábado y dar diezmos! Estas son doctrinas del antiguo testamento que Cristo abolió cuando murió El en la cruz. Col. 2:14. El que trae tales doctrinas no es un ministro del nuevo pacto (2 Cor. 3:6), no sabe distinguir entre los testamentos, y ciertamente no es del Espíritu Santo. De otro pueblo sale uno que permite a las mujeres a predicar en las iglesias. Pablo dijo que no pueden. 1 Cor. 14:33-35. Otro enseña el velo y la manta de saco. Pablo dice que el velo es el cabello y no dice tan siquiera una palabra sobre la manta de saco. Viene otro con títulos presuntuosos. El Señor le condena. Mateo 23. Otro sale apoyando el alboroto de música instrumental y palmeteadas. El Espíritu Santo dice, "Hágase todo decentemente y con orden." Otro va fomentando divisiones. El Espíritu Santo le denuncia. 1 Cor. 3:1-7. Todos van en el nombre del Espíritu Santo. ¿Cuántos llevan la verdad,? El que tiene oídos para oír, oiga. El que tiene ojos, vea. El que tiene discernimiento verá en todo esto que el espíritu que promueve mucho de lo que hay hoy día en las iglesias no es el mismo Espíritu de verdad que operó en la iglesia del primer siglo.

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