Lección 11

PROFECIA Y EL DISCERNIMEINTO DE ESPIRITUS

Respecto al don de profecía hemos aprendido (1) que servía para edificar, exhortar y consolar; (2) que los profetas podían controlar su don; (3) que el don era el mejor de todos; (4) que los profetas formaron una parte del fundamento de la iglesia; (5) que los profetas fueron mandados a juzgarse los unos a los otros para así proteger la iglesia contra falsos profetas y (6) que algunas hermanas recibieron el don de profecía usándolo sin violar la prohibición de 1 Cor. 14:33-35 que manda a que la mujer guardara silencio en los cultos.

Vamos a hacer una lista de algunos profetas en la iglesia primitiva. (1) Hechos 11:27 dice, "En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía." Pues, había profetas en la iglesia en Jerusalén. Según el versículo 28, uno de ellos se llamaba Agabo. (2) Hechos 13:1 nos dice que había "en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros." Sus nombres eran: Bernabé, Simón, Lucio, Manaén y Saulo. (3) Hechos 15:32 da los nombres de dos profetas: Judas, "que tenía por sobrenombre Barsabas" (15:22) y Silas. Estos dos eran, al aparecer, profetas de la iglesia en Jerusalén (Lea 15:22). (4) Hechos 19:1-7 da el ejemplo de 12 hombres en Efeso los cuales "profetizaban" al recibir el Espíritu Santo mediante la imposición de las manos de Pablo. (5) Hechos 21:9 habla de las cuatro hijas doncellas de Felipe que tenían el don de profecía. (6) 1 Cor. 11:4-5 nos da el caso de hermanos y hermanas en la iglesia de Corinto que profetizaba.

Los ejemplos específicos de profetas en la iglesia apostólica no son muchos. Sin embargo, parece que había un sinnúmero de profetas en la iglesia del primer siglo. Era uno de los puestos mas importantes en la iglesia siendo el trabajo del profeta muy esencial para el desarrollo de todos los miembros.

Además de edificar, exhortar y consolar, los profetas predijeron acontecimientos del futuro. Daremos ahora un bosquejo conciso de algunas profecías que caen en esta categoría. (1) Agabo predijo, o "daba a entender por el Espíritu que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual," testifica Lucas, "sucedió en tiempo de Claudio," (Hechos 11:27, 28). (2) El mismo profeta Agabo predijo el arresto de Pablo en Jerusalén (Hechos 21:10,11). Pablo ya había recibido advertencias proféticas de lo que sucedería en Jerusalén. Algunos hermanos de Tiro le habían hablado por el Espíritu diciéndole exactamente lo que Agabo le dijo. (3) Hechos 20:29, 30 es una profecía de la apostasía que habría entre los líderes de la iglesia que profetiza la entrada de lobos rapaces y la enseñanza de «cosas perversas». (4) 2 Tes. 2:1-12 profetiza la venida del "hombre de pecado," la corrupción de la adoración, el desarrollo de un gobierno eclesiástico concebido e impuesto por los hombres. Profetiza de "señales y prodigios mentirosos». (5) 1 Tim, 4:1-5 da profecías sobre "espíritus engañadores y doctrinas de demonios" señalando dos de esas doctrinas las cuales son (a) el prohibir casarse y (b) el mandar "abstenerse de alimentos." (6) En la 2 Tim. 3:1-5 hay muchas profecías sobre lo que pasaría en los postreros días: "¡Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres," etc, (7) En esta misma carta, 4:1-3, Pablo predice que "vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a sus fábulas," Todas estas profecías y otras muchas también, fueron dadas por el Espíritu a la iglesia del primer siglo. Además, el libro de Apocalipsis consta de profecías dadas mediante visiones que recibió el apóstol Juan.

Volviendo a la lista de dones en 1 Cor. 12:8-10 encontramos uno que se llama el don de "discernimiento de espíritus. ¿Qué fue ese don? ¿Qué quiere decir "espíritus» en este pasaje? Ciertamente no se refiere a espíritus desencarnados sino a los encarnados en cuerpos de carne y sangre. No se refiere a los demonios y ángeles sino a los hombres que son seres espirituales morando por un tiempo en "tabernáculos terrestres." El apóstol Juan nos ayuda a comprender este significado del término "espíritu" en 1 Juan 4:1. Dice así el pasaje, "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo." En este pasaje, la palabra "espíritu" es sinónima de hombre, indicando que no debemos creer a todo hombre, sino probar a los hombres. ¿Por qué? "Porque muchos falsos profetas han salido por el mundo." El profeta verdadero tiene el Espíritu de Dios. El falso profeta tiene el espíritu de Satanás, aunque Satanás con sus agentes se disfrazan como ángeles de luz. Entonces, ¿cómo podemos saber cuál es cuál? Por sus frutos. Por sus doctrinas, juzgando todo a la luz de las Escrituras. Pero la iglesia primitiva no tenía por muchos años el nuevo testamento escrito. ¿Cómo podía identificar a los espíritus controlados por Satanás? Mediante los miembros que tenían el don del "discernimiento de espíritus."

Ya hemos dado varios pasajes del Nuevo Testamento que hablan de falsos profetas. Esos predicadores y maestros descarriados trataban de introducir encubiertamente en la iglesia herejías de toda clase. Contra tales impostores la iglesia joven del primer siglo tenía que protegerse y lo fue por medio de un poder sobrenatural: el de discernir los espíritus. Si entraba en la reunión de una congregación del primer siglo un falso profeta, un hermano con el don de discernir los espíritus podía señalarlo inmediatamente aun sin escucharlo. Repetimos, el don no tenía que ver con los endemoniados, ni con diablos, ni con espíritus desencarnados sino con las personas conquistadas y usadas por Satanás como instrumentos de destrucción espiritual. Dada la inmadurez de la joven iglesia del primer siglo, y dado también el hecho de que el nuevo testamento no existía en su forma escrita, es muy comprensible que la iglesia necesitara el don de discernir los espíritus. Le fue dado para que se protegiera contra un enemigo sagaz que empleaba toda sutileza y estratagema para tumbar la obra de Dios.

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