MI MAMA NO LO SABE

por Min Isern Concepción

Hace algunos años un hombre, joven aún, en el momento en que su médico le explicaba el progreso de su enfermedad, sus primeras palabras fueron: "Mi mamá no lo sabe".

Aquél buen hijo en el momento en el que se le estaba diciendo que su condición no mejoraba, porque tenía un tipo de cáncer difícil de curar, sólo pensó en su madre. Pensó en el dolor, la tristeza y el sufrimiento que le causaría a su madre su enfermedad. Por un instante se olvidó de sí mismo, de su dolor y tuvo compasión de aquél ser que lo llevó en su vientre, que lo cuidó con tanto amor y dedicación que no le importaba ningún sacrificio para, junto a su padre, proveerle lo necesario hasta que pudiera valerse por sí mismo.

Me recuerda esta escena aquél día en que Jesús era crucificado y vio a su madre al pie de su cruz. Estoy segura que en aquél rostro vio el dolor, la angustia que sólo puede haber en el rostro de una madre cuando ve a su hijo en sufrimiento. Es por eso que se dirige a ella diciéndole: "Mujer, he ahí tu hijo" y al discípulo: "He ahí tu madre". Porque en aquél instante Jesús tuvo compasión de su madre.

Ahora me dirigo a tí, mi hermano adolescente, mi hermano joven, a tí amigo y/o amiga. ¿Haz pensado alguna vez en la pena, el sufrimiento y el dolor que le puedes causar con tus acciones a ese ser que tanto te ama? ¿No crees tú que es mejor proveerle alegría por tu buen ejemplo y por tus logros? Aunque estas cosas sean para tí insignificantes, para ella significan mucho. Antes de hacer algo que la puedas ofender o lastimar, piensa, por favor, en ella, en que no merece que la hagas sufrir. Y si te estás alejando de Dios, si tus actos no son del agrado de tu madre, no te dejes hundir. Apártate de todo aquello que, aunque te guste o te cause placer, no es bueno o no es saludable. Te hará daño físico y espiritual. Si todos los hijos pensaran como aquél que dijo: "Mi madre no lo sabe", ¿cuántas madres felices habrían en el Día de Madres? Si todos los hijos tuvieran la misma compasión que tuvo Cristo, ¿cuántas madres se sentirían complacidas por tanto sacrificio? ¿Y cuánto más feliz se sentiría la madre al saber que el fruto de su vientre, aquél bebé que había cuidado con tanto amor, aquél niño que había llevado a la escuela, aquél adolescente que escuchaba sus sabios consejos, aquél que evitó que cayera en los vicios y placeres del mundo, es también cristiano e hijo de Dios?

Ten compasión de ella. Llénala de amor y no de amargura, llénala de paz y no de desesperación, llénala de palabras dulces y no de palabras obscenas, llénala de bellas flores que son los tiernos besos y abrazos que le puedes dar mientras la tengas contigo. Dios te bendecirá.

MI MANERA
¿Dónde se reune la iglesia de Cristo?