¿MISA O CENA DEL SEÑOR?

por Donald Current

Comer la Cena del Señor no es opción, sino un mandamiento que cada cristiano obedece los domingos: "El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan" (Hech. 20:7). Como ya mencioné fui católico por más de 40 años y ministro de la Eucaristía, nombre que la Iglesia Católica usa para referir a la Cena del Señor, el acto principal de la misa.

Como ahora soy cristiano y dirijo muchas veces la Cena en la congregación de Ponce (y los hermanos me alaban de la manera que lo celebro, lo que me hace sentir bien), puedo comparar la Misa con la Cena y hablar por experiencia. Se distancian mucho como día y noche.

Cuando pienso en la Eucaristía en términos católicos, me vienen a la mente las palabras misterio, sagrado y reverencia. Según la Enciclopedia Católica, página 197, "(1) La Eucaristía como 'sacrificio sacramental' es la misa donde el cuerpo y la sangre de Cristo, el mismo sacrificio que sucedió en la cruz en la crucifixión de Cristo, se convierte en el sacrificio de la iglesia porque Cristo une el sacrificio de la iglesia con el suyo propio". "(2) El pan y vino consagrado son el sacrificio permanente de la verdadera presencia de Cristo entre nosotros..." En esencia lo que la iglesia Católica afirma es que Cristo continuamente se sacrifica en la misa y que él está físicamente presente en la Eucaristía en cuerpo, sangre, alma y divinidad. Aunque suena increíble, ellos así lo creen. Si no creen esta doctrina católica, son herejes y expuestos a ser excolmugados.

Roma, por medio del Papa a sus sacerdotes, delega esta alegada habilidad, conferida por hombres a otros hombres. Cuando el sacerdote consagra el pan y vino pronuncia las fórmulas mágicas "Este es mi cuerpo" y "Esta es mi sangre". Se les dice a los fieles que sucede un milagro, la transustanciación. Supuestamente cuando el sacerdote dice las palabras arriba citadas, el pan y vino se convierten en el cuerpo y sangre física de Jesucristo. Es decir, la criatura (sacerdote) crea al creador. Creen que el sacerdote puede obligar a Cristo a salirse del cielo y convertirse en cualquier cosa que él quiera. Pero el pan y el vino no cambian. A pesar de todo el esfuerzo del sacerdote, el pan y el vino parece, siente, huele y sabe lo mismo. No sería lo mismo si un milagro hubiera sucedido. Los Católicos están condicionados a creer, cuando se toca un timbre durante la celebración de la misa, que un milagro ha sucedido.

Jesús dijo: "Haced esto en memoria de mi" (Luc. 22:19). Por eso la Cena del Señor es una conmemoración de su muerte. Nada milagroso ni misterioso sucede, ni antes, ni durante, ni después. El pan sigue siendo pan al igual que el fruto de la vid. No es un sacrificio porque el sacrificio de Cristo ya fue hecho: "Pero Cristo, ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios" (Heb. 10:12; vea 9:26,28). Dijo: "Consumado es" (Jn. 19:30). Consumar es "llevar a cabo totalmente" (VOX). ¡No hace falta más sacrificios!

¿Somos caníbales? ¿Cortó Cristo su cuerpo en pedazos para entregarlo a sus discípulos para que comieran? ¿Cortó sus venas para que bebieran su sangre, cosa que la ley prohibe (Lev. 3:17; 7:26; 17:12; 19:26 y Deut. 12:23)? No. Los apóstoles vieron y entendieron. Las expresiones de Jesús, "esto es mi cuerpo" y "esta es mi sangre" en el contexto de la Ultima Cena no eran mágicas, sino metafóricas, figurando y representando su muerte. Por esto, la Cena del Señor es sencilla y racional, una simple conmemoración sin pompa y sin irreverencia. Es como dijo Pablo: "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga" ((1 Cor. 11:26).

LA MISERICORDIA
¿Dónde se reune la iglesia de Cristo?