SANTIDAD

por Armando Sánchez

La palabra "santos" quiere decir separado para el servicio de Dios. Por ejemplo, Dios llamó al pueblo de Israel a la santidad, o a su servicio. ¿Qué hizo primero? Sacó al pueblo de la esclavitud de Egipto, y lo trajo a su tierra para que le sirviera. A esto podemos llamarlo un cambio de vida. En el libro de Deuteronomio, o más bien, repetición de la ley, Dios demanda servicio de su pueblo. Moisés les dijo: "Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra" (Deut. 7:6). Aunque todos los pueblos pertenecen a Dios, en esta cita Dios se refiere a Israel como especial. Ahora, ser especial para Dios conlleva muchas cosas como (1) lealtad que se exhibe en el cumplimiento de su ley; (2) amor hacia el prójimo; (3) servir de ejemplo a los demás pueblos por medio de su lealtad, porque los demás pueblos conocieron a Dios por medio de su santo pueblo Israel.

Ahora ya no le toca a Israel esta responsabilidad sino ha sido transferida a la iglesia, a nosotros, a los santos de hoy. Dios sigue demandando de nosotros lo mismo que demandaba de Israel y muy probable mucho más. Pues nuestro galardón es más grande y nuestra vida será más gloriosa porque nos ofrece la vida eterna con Cristo Jesús en las mansiones celestiales.

Esta demanda de santidad aparece en el libro de Hebreos: " Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Heb. 12:14). Luego nos aconseja a no desechar al que nos amonesta desde el cielo, sino tener gratitud y mediante su reino incomovible, "sirvamos a Dios, agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor" (Heb. 12:25-29).

La encontramos en la primera carta de Pedro: "Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Ped. 2:9). Mientras vivamos de manera abandonada e insana, no podemos anunciar las virtudes de Dios. Primero es necesario apartarnos para entonces servir a Dios de portavoz y muestra de lo que es un hijo de Dios. Más adelante dice: "Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;" (1 Ped. 3:15).

Sin la santidad, no podemos agradar a Dios, ni ser buenos cristianos, ni servir de ejemplo para los demás, ni ver al Señor. Ojalá que todos nosotros que somos santos en Cristo meditemos en la importancia de vivir en santidad.

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